martes, 13 de septiembre de 2016

8. Como el primer día de clases

Hoy quiero comenzar mi día expresando mi agradecimiento a mis clientes que vienen cada día a mi Oficina de Coaching. Gracias a todos por escribirme inbox, por leerme, me encanta, pues yo también aprendo de ustedes.

Hoy recordé el primer día de clases de mi Luis Alonso, apenas tenía 1 año 8 meses, hace ya como 11 años.  Salió emocionado de la casa, con su uniforme y con su lonchera, pero cuando llegamos al Nido, simplemente no quería entrar, recuerdo que entré con él y me quedé por varios minutos acompañándolo para que se sintiese seguro, y luego lo dejé. Pero, ¿qué creen? No me fui, estaba tras la ventana mirándolo, ansiosa y preocupada porque quería obviamente que todo el tiempo esté feliz, creo que me quedé como un par de horas, observándolo, luego estuve rondando el Nido hasta la hora de salida, yo tenía mucho miedo, era algo nuevo para él, y también tenía miedo que las profesoras no lo trataran con el cariño adecuado para mí. Yo estaba a la expectativa, si algo le hacían, las garras me salían. Finalmente mi hijito estuvo tranquilo y de ahí salió feliz! Y ¿qué pasó conmigo? Si bien tenía la emoción de esa nueva experiencia, no disfruté todo el proceso, porque estaba llena de temores, era mi bebé y se lo estaba dejando a la “vida”.

Qué curioso, a veces eso también nos pasa en otras situaciones, cuando se trata de emprender algo nuevo, algún proyecto, y sobre todo cuando es algo que nos apasiona,  tenemos mucho miedo “echarlo andar”, porque es nuestro “bebé” y tememos que “no camine bien”, y qué hacemos muchas veces, solo nos permitimos disfrutarlo en nuestra imaginación, por el miedo, por la ansiedad, y si lo echamos andar,  estamos tan angustiados en el proceso, que las cosas no caminan, o se caen, y no nos damos cuenta que cuando embarramos nuestros proyectos o sueños con temores y ansiedades, nuestra mente no está enfocada en el sueño sino en los miedos y eso es lo que hace que en el camino se detenga, y entonces, no son las circunstancias, sino, nosotros mismos que interiormente no estamos lo suficientemente fortalecidos para ir con coraje y no aprendemos a veces a disfrutar el proceso que es lo más importante y que por increíble que les parezca es el disfrute del proceso lo que realmente nos hace tocar nuestro sueño.

Yo por muchos años solo lo “disfrutaba” en mi imaginación, pues tenía muchos “peros” y todos válidos, pero gracias a las herramientas de la Programación Neurolingüística  (PNL), pude disminuir y en algunos casos eliminar muchos temores que me impedían avanzar.

¿Qué haces tú? ¿Disfrutas el proceso de lo que emprendes? o por los temores que tienes ¿Lo disfrutas en tu imaginación? Lo que realmente quieres ¿Lo estás haciendo? Y si aún tu respuesta es “no”, ¿Harás algo por ti?, o ¿Seguirás esperando que la vida pase?


Recuerda algo, no importa qué estés viviendo ahorita, si realmente lo deseas, lo puedes lograr.

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