lunes, 29 de agosto de 2016

4. Tu pedazo de torta quemada

Cuando cumplí 5 años, mi mamá hizo una gran fiesta, y preparó dos tortas, una para mí y una para mi gemela. Fueron dos tortas de payaso y tenía como adorno papel cometa. No recuerdo bien todo, lo que sí recuerdo es que cuando prendieron las velas para cantarnos el “Feliz cumpleaños” el cuello del payaso se quemó. Mi gemela dice que fue su torta, y yo digo que fue la mía. Finalmente no lo sé, lo cierto es que sentí que fue la mía,  me asusté mucho, me entristeció y me puse a llorar.  Mi mamá con su mirada creo que me quiso decir “todo está bien”.

Pensando en la vida, muchas veces nos pasa lo mismo, comenzamos con fuerza algún proyecto, lo vivimos con ilusión y cuando en el camino se nos “quema un pedazo de la torta” nos desilusionamos y peor aún “desertamos” y nos enfocamos más en el pedazo de torta quemada, que en la magnitud de nuestro proyecto cualquiera que sea.

La vida a veces te presenta “obstáculos o pedazos de torta quemada” para que te des cuenta que si realmente quieres algo, pase lo que pase, vas a continuar, y los “obstáculos” serán solo parte tu experiencia y crecimiento. Cuando se presentan los “obstáculos” muchos decimos: que difícil, no se puede, que miedo,  y si lo compartes con alguien, te dicen, ya ves, estás loco, déjalo. Y muchas veces nos quedamos a mitad de camino, responsabilizando a las circunstancias.

No son las circunstancias las que nos impiden tocar nuestros sueños, somos nosotros mismos, los que nos apoyamos en las “dificultades” para no seguir, por las razones que sean, todas válidas.

Solo quienes entienden que con la primera persona que debes quedar bien, es contigo misma, solo esas personas son las que tocan y viven sus metas. Los demás estarán siempre en su zona de confort aunque eso implique no tocar su felicidad.

Pregúntate, ¿dónde estás tú? Metido en una olla, en una vida que sientes que no es tuya y aunque a veces te queme ya te acostumbras al calor, finalmente es tu zona de confort porque la vida es dura, es difícil y da mucho miedo.
Sabes, la vida es dura y es difícil conseguir dinero en la medida que lo creas, la vida es difícil en la medida que no tengas el coraje de tomar los remos de tu propia balsa. A veces es más fácil dejarse llevar por la corriente. De ese tipo de personas hay muchas. ¿Dónde estás tú?¿A dónde quieres ir?, eso solo ¡depende de ti!.

Recuerda, no hay obstáculos, solo hay experiencias, y si tienes un sueño, haz lo que se necesite hacer para tener resultados.
Leer más...

jueves, 25 de agosto de 2016

3. ¿Dolor o Sufrimiento?


Sé que a veces nos suceden situaciones que nos desagradan o nos entristecen, te pasa a ti, me pasa a mí, nos pasa a todos, y eso es parte de la vida.

Lo importante es no quedarnos “atorados” en esa situación, a veces nos quedamos ahí dándole vueltas a nuestras emociones, de repente de enojo, de tristeza, o de dolor. En ese momento pregúntate, qué de bueno puede ser esto para mí. Podrás decir “nada” qué de bueno puede haber en sentirse mal… pero si vamos un poquito más allá...sintamos ¿qué puedo aprender de esto? De repente a ser más tolerante, más paciente, mas compasivo, sentir de repente que puedo dar un paso más de sabiduría que la otra persona, y la manera es “soltando” eso que nos afecta y tomarlo como un aprendizaje para nuestra vida. Con esto no quiero decir que no nos afecte nada, sería lindo pero improbable.

Hay una diferencia entre “dolor” y “sufrimiento”. Dolor es cuando algo nos afecta por unos días, y el sufrimiento es permanente, puede haber pasado mucho tiempo pero lo recuerdo constantemente. El dolor cesa, el sufrimiento perdura.

Si interiorizamos cada día, que todo sucede para nuestro bien, aprenderemos  a que el dolor no se convierta en sufrimiento, sino en una herramienta de aprendizaje y sabiduría.

Te invito a que solo por hoy “sueltes” aquello que te molesta, tu corazón te lo agradecerá.


Leer más...

lunes, 22 de agosto de 2016

2. Mi primer día de clases

Recuerdo mucho que mis papás trabajaban y me fui con Leticia, la nana de aquel entonces. Me llevó a mí y a mi gemela. No recuerdo muy bien la situación, pero sí recuerdo que cuando llegamos al Nido con nuestros mandiles plomos, mi hermana entró sin problema, en cambio a mi me dio mucho miedo y no quise entrar y solo me puse a llorar y llorar. Para mí, seguramente un lugar desconocido, gente nueva, experiencias nuevas. 

Lloré tanto a mis cortos 4 ó 5 años, que la nana solamente a mí me regresó a la casa. Y me dijo que si no quería que le dijera a mi papá, tenía que barrer todo el primer piso, para mí en aquel entonces era como barrer un edificio entero, y preferí barrer a enfrentarme a eso desconocido para mí.

Y vaya sorpresa me lleve cuando en pleno barrer por “alguna razón” mi papá como nunca ese día llegó a la casa antes que acabara la hora del Nido, y me encontró con la escoba en la mano.
Hasta ahorita recuerdo mucho esa mirada fija y penetrante, ¿qué me quiso decir? No lo sé, solo sentí una mirada acusadora y seria como diciéndome, ¿que haces ahí?.

Al día siguiente, no sé si fue mi papá o mi mamá, pero hablaron con la profesora, hasta ahora recuerdo, mi Miss Blanquita, me recibió con tanto amor que cuando entré al salón de clases, no quería despegarme de ella. Tengo la imagen de su mirada tierna, dándome confianza para que ese día, mi primer día de clases, sea feliz.

En la vida, muchas veces nos pasa lo mismo, por temor a lo desconocido, por temor a “dar un salto al vacío” e ir por lo que realmente queremos, preferimos “barrer un edificio”, seguir haciendo lo que “nos tocó vivir” hasta que llegue una señal, o una “mirada tierna” que nos dé confianza y coraje, aunque en nuestro interior haya una mirada seria que nos dice de cuando en cuando: ¿qué haces ahí?. Y a veces, se nos pasan los años sin darnos cuenta que esa mirada tierna, esa confianza y ese coraje existe dentro de nosotros, y que si está “lleno de polvo” aún podemos “barrerlo”, solo es cuestión de decisión!

Por eso te invito a que mires dentro de ti y te preguntes si estás donde quieres estar o si hay algo más que tu quisieras y que por miedo no tomas acción.
Leer más...

miércoles, 17 de agosto de 2016

1. Y así crecí...


Hola, mi vida, como la de muchos no fue fácil, tuve muchos momentos felices, pero también muchos tristes, los cuales me hicieron caminar por la vida en muchas ocasiones de manera desorientada, lastimando sin querer a buenas personas, y sobre todo lastimándome a mí misma.

Desde niña, no tuve el hogar que todo niño desea. Mis padres dos personas maravillosas, a quienes amo, respeto y agradezco todo lo que hicieron por mí. Ellos como humanos también crecieron con sus mapas mentales y eso hizo que no tuvieran una unidad. Por eso cuando tenía 9 años mis papas se separaron y algo dentro de mí se quebró.

No sé si fue así, pero fue lo que interpreté, a pesar que vivía con mi mamá y mis hermanas, sentí que crecí sola, es como si me hubiesen metido a una piscina grande sin saber nadar y que me dijeron, quieres salvarte, chapotea, nada, haz algo o te ahogas.

Y así pasé mi infancia, aprendiendo a nadar como sea y en ese aprender como sea, recuerdo que cuando tenía 9 años me dije: “me demostraré a mi misma que el amor verdadero existe y que no hay necesidad de discusiones”.

Mi carencia, mi dolor hizo que idealizara las relaciones, me volví aprehensiva, seguro por temor a “volver a perder” y así pasaron los años hasta que llegué a mi adolescencia. ¡Vaya adolescencia!, estaba totalmente desorientada, no pensaba, era incapaz de conectarme conmigo misma, no sabía expresarme. 

Un día decía una cosa, y a la semana decía algo totalmente diferente, no me daba cuenta, estaba llena de contradicciones, viví momentos muy fuertes, tan fuertes que no quiero opacar estas líneas con tan triste experiencia, solo te puedo decir, que llegue un punto en mi vida que sentía que no merecía vivir, estuve mucho tiempo sumida en una depresión total, sentía que mi vida no valía nada, y a tropezones aprendí a pensar, a observar, a darme me cuenta que había un camino que solo dependía de mí.

Recuerdo mucho, que mi papa me decía: “Hija, tu vida, es tu vida, y la única persona que puede hacer algo por ti, eres tú misma; si tú tienes hambre y yo como, no voy a saciar tu hambre, entonces eres tú quien debe buscar alimentarse”… Qué sabiduría en sus palabras... Gracias papá, nunca te lo dije pero esas palabras a mis cortos 16 años, calaron profundamente en mi interior.

Sabes, HOY es un gran día, porqué? Porque estoy viva, porque tengo una nueva oportunidad para ser feliz, para seguir encontrándome conmigo misma. Porque mis errores me recuerdan que soy un ser humano vulnerable, que puedo equivocarme pero a pesar de eso puedo seguir recorriendo mi camino y que lo más importante no es evitar equivocarte, sino evitar detenerte, porque todo es un aprendizaje, aunque metamos la pata hasta el fondo, de eso también podemos aprender. 

Somos nosotros quienes elegimos, nos seguimos echando barrito a la cara recordando nuestros errores, o nos lavamos la cara con bastante agua y seguimos adelante.
Leer más...