Nosotros los
padres, queremos lo mejor para nuestros hijos, quisiéramos evitarles todo dolor
físico o emocional, porque queremos que sean felices, y cuando no lo son,
sufrimos más que ellos, hacemos todo y de todo y muchas veces no lo logramos
generándonos frustración.
A veces lidiamos
con nuestra propia vida y encima queremos cargar en nuestros hombros sus penas,
sin darnos cuenta que eso nos nubla y no nos permite “ocuparnos en una mejor
solución” sino por el contrario nos preocupamos y angustiamos.
Yo amo a mis
hijos, con toda mi alma y quiero lo mejor para ellos, y como seres humanos a
veces tienen sus conflictos internos y por más que intento “abrirle su cerebro”
para que vean la vida de una mejor manera, no siempre lo logro.
Yo aprendí
muchas cosas a través del dolor y mucho sufrimiento, ¿qué me hace pensar que
ellos aprenderán solo con las experiencias bonitas? El amor de padres nos
ciega!
Ahora entiendo
que inclusive nuestros hijos tienen un proceso de aprendizaje, de madurez y
sabiduría. Como papás podemos darles lo mejor, pero evitemos “imponer”, por más
que le digamos: no toques la rosa, tiene espinas y te puedes hincar, no
entienden lo que significa hasta que tocan las espinas y se hincan.
Cada quien ha de
vivir su propia experiencia y sacar su aprendizaje, son nuestros hijos, estemos
con ellos, ayudémoslo, pero evita cargarlo en tus hombros. ¿Quieres ayudarlo?
Primero tú tienes que estar bien, pues nadie da lo que no tiene, no pretendas
ayudar sino sabes ayudarte a ti misma…
No les digas que
luchen por lo que quieren, por tener lo mejor, cuando tu estás metid@ en el
lodo de la angustia o sufrimiento.
Finalmente
nuestros hijos repiten y aprenden en su propio proceso y momento no lo que les
dices, sino lo que les demuestras.
¿Qué ejemplo le
estás dando?