Cuando estuve en
Disney con mi gemela y con mi Luis Alonso, fue una aventura increíble, él
a sus cortos 7 años quería subirse a
todas las montañas rusas posibles.
Sinceramente a
mí me daba pavor cualquier montaña rusa, pero estaba su tía dispuesta a subirse
a cualquier montaña rusa con él, así que no me preocupaba.
Recuerdo mucho,
que estábamos haciendo cola para que ellos se subieran a la primera montaña
rusa, y en eso mi hijo me dijo: “mamá, súbete con nosotros”, y yo le dije: “no hay
forma, no me gusta, tengo pánico, no puedo”, y en eso él me dijo: “mamá,
siempre me dices que enfrente mis temores, ¿Por qué no enfrentas los tuyos?”.
Para mí fue como un baldazo de agua fría, ¿Qué respuesta había ante eso? ¿Qué
ejemplo le daba a mi hijo? El me dio una gran lección: Enfrenta!
Es cierto que
estaba aterrorizada, pero lo hice! Debía ser consecuente, y aprendí que
nuestros hijos no siguen lo que les decimos, sino los que nos ven hacer.
A veces no
existe una armonía entre lo que decimos y hacemos y el ejemplo es el que
arrastra. ¿Queremos una vida mejor para nosotros? ¿Queremos una vida mejor para
nuestros hijos? ¿Queremos una vida mejor en nuestro entorno? Pues debemos ser
el ejemplo. A veces es difícil, pero si pensamos en eso, nos apoyamos en “es
difícil” y ni siquiera lo intentamos, y sin darnos cuenta, nos quedamos en una
zona de confort que no nos hace feliz.
¿Dónde estás tú?
En el grupo que dice: “es difícil, trato pero no puedo”; o en los que se
olvidan del “tratan” y simplemente lo hacen!
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